El azúcar produce una sensación de placer beneficiosa para la mente. Cuando se restringe su consumo se genera una especie de crisis de ansiedad y se acumulan altos grados de frustración, que incluso pueden derivar en problemas psíquicos como la bulimia y la anorexia. Consumir al menos un dulce al día, permite mantener regulados los niveles de ansiedad y no caer en excesos, aportando energía inmediata al cerebro, al corazón y al resto de músculos.
Según el "Behavioral Neuroscience", nuestro organismo metaboliza y asimila mejor los azúcares naturales no refinados, que los edulcorantes artificiales.